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Si tiene un presupuesto bajo, no puede cometer errores costosos

Conocido como uno de los más influyentes arquitectos de campos de golf del mundo, Donald Steel es el único profesional que ha asesorado a todos los clubes o campos en los que se ha jugado un Open.

Terry Buchen, Master Greenkeeper, y Donald Steel (derecha).

El ex periodista de golf diseñó cientos de campos en todo el mundo y fue elegido presidente de la English Golf Union en 2006.
Es también el único escritor o arquitecto en clasificar para el Open de St. Andrews en 1970.
Con 78 años de edad, se ha retirado del cargo de presidente del Greenkeepers Training Committee (GTC) y se ha tomado un momento para conversar con Karl Hansell sobre cómo las necesidades del equipo de mantenimiento de césped son vitales en lo que respecta al diseño de un campo.

¿Trabaja usted con los greenkeepers cuando diseña un campo?
Claramente existe un vínculo enorme entre la arquitectura y el mantenimiento. Los dos roles son separados, pero si un campo no se diseña y construye de la manera correcta, será difícil de mantener.
Es necesario ponerse en su lugar, planteándose en cada cosa que se haga la pregunta: ¿Estoy haciendo algo que le será difícil de mantener al greenkeeper?
Como arquitecto, me inculcaron desde muy temprano la necesidad esencial de buscar asesoramiento técnico experto. Uno hace el diseño pero necesita un agrónomo que le brinde la aprobación de lo que planea hacer y una especificación detallada de cómo proceder. Lo mismo aplica a los expertos en riego y drenaje.
Durante la construcción de un campo, uno espera que el greenkeeper ya haya sido designado, ya que sus comentarios e impresiones son de gran importancia para cualquier arquitecto al que le importe escuchar. No creo que ningún arquitecto esté capacitado para saberlo todo, por lo que así es como debe procederse. Pero si se trata de un campo nuevo, a veces el greenkeeper principal o el encargado del campo no han sido designados aún, y no puede conocerse su opinión.

¿Siempre ha tenido respeto por el trabajo de los greenkeepers?
Los greenkeepers son un grupo fantástico de hombres y mujeres, siempre dispuestos a ayudarme cuando los necesito.
Salen al campo con cualquier clima, por lo que en una mañana hermosa de primavera es una vida muy linda, pero puede ser un trabajo abominable en un día oscuro de invierno, cuando todo lo que hacen es escapar de una lluvia fuerte.
A través del Greenkeepers Training Committee y la BIGGA, los jugadores de golf y los clubes están comenzando a tomar consciencia de las dificultades de los greenkeepers, desarrollando una mayor comprensión y apreciación de su trabajo.
Siempre me ha interesado y he tratado de comprender el trabajo de los greenkeepers. Cuando era un niño, durante las vacaciones escolares ayudaba junto a otros alumnos al greenkeeper principal de Denham con la aireación y el topdressing de los greens. Como el único medio de aireación era una horquilla manual, probablemente sólo se hacían tres greens al año. Ahora los 18 hoyos pueden terminarse en tres días, agregando algunas otras operaciones también.
Cuando uno se incorpora al círculo de los arquitectos, se da cuenta de que el equipo de mantenimiento de césped puede mejorar o destruir los campos que construye.

¿Quién es más importante para el éxito de un campo, el diseñador o el greenkeeper?
Los arquitectos dependen plenamente de los greenkeepers. Si un campo nuevo no está bien presentado, su reputación se ve afectada negativamente. Mi admiración por ellos, y la del GTC, se extiende a un deseo de ver una elevación de su estatus dentro del mundo del golf. Las cosas han cambiado desde los días en los que los greenkeepers no tenían ni siquiera permitido entrar al clubhouse, a una posición en la que son vistos como la persona más importante del club.

¿Piensa en el mantenimiento cuando diseña un campo?
Absolutamente. Por ejemplo, nunca he sido un arquitecto que cree que un campo debe tener muchos bunkers. Cualquiera puede poner un bunker aquí o allí, pero hay que darse cuenta de que el cuidado de los bunkers consume una cantidad enorme del tiempo del greenkeeper.
Alrededor del 25% del trabajo se realiza en los bunkers, sin olvidar el costo de la arena, por eso cuando uno piensa si un campo es de primer nivel, debe detenerse a pensar de cuántos bunkers son parte de la estrategia del campo.

¿Aconseja a los greenkeepers sobre cómo deberían tratar y cuidar su diseño?
En Estados Unidos, nadie discute con el superintendente y es una locura cuando alguien pretende interferir en su trabajo. Jamás le he dicho a un greenkeeper cómo encarar su campo. De hecho, necesito sus consejos sobre riego, mantenimiento y cuidados. Al fin y al cabo, el mantenimiento es su responsabilidad puesto que es su campo.
En mi opinión, el superintendente, o el greenkeeper principal, tiene derecho a decir: “Este es mi campo”. Porque lo conoce. Con el tiempo aprende cuáles son los greens problemáticos y las áreas problemáticas.
Aún creo que sus ojos y sus pies son las mejores herramientas de medición. Tienen todos estos aparatos, pero para un buen greenkeeper el asunto es bastante obvio.Nunca he dicho que deberían cortar los greens más bajo, o cosas por el estilo. Saben mucho más de manejo de césped que yo.

El green del hoyo 10 en el campo Donald´s Gomera en las Islas Canarias

¿Cuál es su relación con un campo luego de concluir su construcción?
Una vez que termina la construcción de un campo, a veces los arquitectos se retiran y no vuelven más si bien, en una ubicación remota en el extranjero, esto no es algo inusual. El éxito del campo depende entonces, en gran medida, del equipo de manejo de césped.
Algunas veces más tarde comienzan a cambiar lo que se ha hecho. Por supuesto, muchos de los cambios son necesarios porque la pelota cada vez llega más lejos y eso significa que los bunkers terminan quedando en una ubicación incorrecta.
Los cambios con la pelota han hecho que el juego cueste una enormidad, especialmente si se piensa que en un 60% de los campos no hay espacio para añadir una sola yarda más. Significa que algunos clubs realmente buenos perdieron su estatus de campeonato, lo cual creo que es muy injusto.

Parece que muchos greenkeepers se están interesando más en diseñar y desarrollar sus propios campos. ¿Cree que esto debería ser fomentado?
En todo jugador de golf siempre hay un arquitecto tratando de salir, por lo que no resulta una sorpresa que muchos greenkeepers sueñen con ser arquitectos. Creo que los greenkeepers se dividen en dos grupos: los que aman la construcción y los que la odian.
Jim Arthur, autor de Golf Greenkeeping, siempre solía decirme: “No me voy a meter con la arquitectura si tú no te metes con la agronomía”. Funcionó bien, pero ambos acordamos que el campo era lo primero. No ocurre esto en algunos clubes, pero se olvidan de que sin el campo no existiría el clubhouse. Ese mensaje es inequívoco.

El green del hoyo 6 en el campo Donald´s Victoria en Sri Lanka.

¿Qué cambios ha visto usted en los greenkeepers durante sus años en la industria del golf?
El cuidado de los campos ha mejorado de una manera impresionante a lo largo de los últimos 30 años, y hoy en día los jugadores esperan en todo momento los estándares más elevados posibles. Crecimos con las máquinas de corte manual y el manejo del césped era un trabajo duro, no hay duda. Hoy tenemos máquinas que realizan el trabajo de tres o cuatro hombres.
El otro cambio es que los hombres y las mujeres jóvenes ahora toman el mantenimiento de césped como una profesión que les gusta, no es que terminan dedicándose a ella más tarde en sus vidas.
Estoy muy impresionado con la nueva generación de greenkeepers. Son hombres de veinte años y pico, como Michael Mann de Walton Heath y Ben Kebby de Temple, parte de una nueva generación que tiene el deseo de estar bien calificados y capacitados y han adquirido muchísima experiencia a una edad muy temprana.
Especialmente me impresiona leer algunos de los informes que envían a los socios para mantenerlos informados sobre lo que está ocurriendo en el campo. Están muy bien redactados y se nota que los han escrito personas bien educadas con deseos de aprender.
La antigua generación de greenkeepers tenía años de experiencia pero era muy renuente a transmitir información, lo que significa que muchos de sus secretos morían con ellos. Yo aprendí trabajando junto con uno o dos de ellos, pero ahora hay mucho más diálogo. En la actualidad existe un mayor intercambio de ideas, lo cual sólo puede ser positivo.

¿Cuál es el consejo más importante que le daría a los greenkeepers que desean rediseñar o modificar parte de su campo?
Depende de cuánta autoridad tenga el greenkeeper para hacer cambios. Creo que siempre es bueno en la vida tener segundas opiniones, y yo los alentaría a asesorarse por un experto. Muchas personas pueden pensar que saben sobre diseño de campos y la realidad es que no es un arte místico. Es sentido común básico, con un grado de habilidad, pero si usted está en la duda, diría que recurra al asesoramiento de un experto.
Luego les diría que sean realistas con sus expectativas. Existe una tendencia a creer que todo puede tener estatus de campeonato. No es cierto. Sólo alrededor del 10% de los jugadores son socios de campos que realmente son de campeonato.
Desde una perspectiva más amplia de manejo de césped, me sorprende mucho lo que un equipo de seis o siete personas puede hacer en 125 acres, incluso con maquinaria moderna.
Cuando los jugadores se ponen críticos, vale la pena tener esto en cuenta.

¿De los cientos de campos que diseñó, cuáles diría que fueron sus favoritos?
Como jugador siempre me han gustado los links, pero puedo apreciar campos de todos los tipos y caracteres. Cada uno decide por qué le gusta un campo determinado, sin tener que explicar por qué. Como arquitecto, si uno recibe un encargo, debe hacer lo mejor que puede con lo que le dan. Yo he tenido la suerte de construir campos en paisajes particularmente hermosos. A mí me gustan los escenarios lindos, pero no siempre se puede elegir.
Siempre estoy bastante orgulloso de lo que he hecho y lo que puedo lograr depende de cuánto dinero recibo para hacerlo. Si uno cuenta con un presupuesto inagotable, es evidente que podrá producir más, pero a nuestra antigua generación de greenkeepers se la educó para hacer campos con el menor costo posible.
Los arquitectos se enorgullecen con razón de todos sus logros. A menos que usted sepa cómo era un terreno antes de ser convertido en un campo de golf y cuánto dinero hubo para hacer lo que se hizo, no puede juzgar con justicia. El dinero hace posible que muchos campos se construyan en sitios remotos en los que hubiera sido imposible construirlos 50 o 100 años atrás, pero la generación pionera de arquitectos fue educada para construir campos con lo menos posible y lo hizo muy bien. Citando a Jim Arthur una vez más: “Si usted tiene un presupuesto bajo, no puede cometer errores costosos”.

El presente artículo ha sido aportado a TGM por la BIGGA (British & International Golf Greenkeepers Association) y extraído de su publicación Greenkeeper International.

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