Permita que la vegetación nativa se exprese en las áreas fuera de juego
Por el Ing. Agr. Ricardo de Udaeta.
Todos admiramos la magnífica presentación que tienen muchos de los campos de golf que vemos semana a semana por la televisión. Fairways, tees y greens impecables, roughs con una sola variedad de césped y sin presencia de malezas. Por lo general, lo que denominamos el look Augusta National.
Sin embargo, por fuera de eso, existe otro mundo en el cual conviven casi todo el resto de los campos de golf en el mundo. La imposibilidad debido a los costos de aplicar fertilizantes, semillas, pesticidas y agua a una vasta superficie del campo de golf es un común denominador con el cual convivimos todos los días. Y, para el caso de que contáramos con el presupuesto, los requerimientos del medio ambiente hacen que debamos ser cada vez más cautos y más cuidadosos con los insumos que incorporamos y aplicamos en los campos de golf.
Por estos motivos, cada vez más debemos incorporar (y los socios aceptar) que nuestros roughs y zonas fuera de juego puedan tomar un aspecto rústico al permitir que la vegetación nativa se exprese. En algunos casos, podrían parecer desprolijidades o falta de cuidado. Sin embargo, solo se trataría de sectores más naturales, con menos corte, sin riego (o bien con muy poco aporte de agua), sin ningún tipo de aporte de fertilizantes, pesticidas, y una vista algo más deslucida que el resto del campo donde el mantenimiento es más intensivo. Este contraste podría hacer más interesante el juego, ya que quedan bien delimitados los sectores bien mantenidos (por dónde deberíamos jugar), y los más rústicos, que estarían más alejados de los fairways, tees y greens.
En la foto, una magnífica visita de un hoyo de par 3 del Arelauquen Golf & Country Club en la Patagonia Argentina, donde queda bien marcado este contraste.